miércoles, 6 de junio de 2012

La mujer que amo ...


La mujer que amo es un pedazo de cielo en mis manos, 
es un rayito caliente de sol que abriga mi alma dormida... 
La mujer que amo es un minuto de paz en medio de 
la más sangrienta guerra, es la lluvia mojando el suelo reseco
de un campo cultivado...
La mujer que amo es capaz de secar hasta la última de mis lágrimas 
con su sonrisa, y a la vez es capaz de provocarme el mayor de los llantos 
sólo con decirme que me ama en el momento que más lo necesito...
La mujer que amo es el ser que comprende más allá de la mirada, 
más allá de lo físico y lo elemental... ella sabe dibujar esperanzas, 
mañanas fascinantes, viajes estelares y encuentros sublimes con 
sólo cerrar sus ojos y dejarse llevar... y llevarme con ella...
Ella provoca que mi alma se eleve por los cielos y encuentre la suya 
en una nube esperando por mí, con su hermosa juventud y sus manos abiertas
 para recibir las mías...
Ella conoce mis temores, mis deseos, mis miedos... ella sabe cuando siento pena,
 dolor, angustia y cuando estoy feliz...
La mujer que amo me sacó del letargo, me mostró que en la Tierra hay ángeles
 sin alas que caminan a nuestro lado, que velan por nosotros de una manera especial... 
que aunque no podamos distinguirlos o verlos, ellos están siempre cuidando de nosotros...
Ella es ese ser tan especial que puso Dios en mi camino...
La mujer que amo... es invisible a mis ojos todavía... 
pero es tan concreta en mi corazón que sin verla la veo, que sin tocarla la toco, 
que sin besarla la beso, que sin poder hacerle el amor la siento dentro de mí...
Yo sé que esta mujer a la que amo tanto es tan especial que un día tal vez la pierda, 
que sin haberme pertenecido nunca, se aleje de mi lado... pero estoy tan feliz de amarla 
que solo me importa darle gracias a Dios por haberme permitido encontrarla, conocerla, 
disfrutarla y sobre todo respetarla...
Amor, si tan solo pudiera abrirme el pecho y darte todo mi corazón... 
si tan solo pudieras ver que en él late furioso mi amor por ti... 
si tan sólo pudiera regalarte ese soñado amanecer, y despertar contigo 
envueltos en ese manto de ternura que brota de nuestras almas... 
sería la persona más feliz del universo...
Amor mío... seguiré soñando con ese día... seguiré pidiéndole a Dios por un momento a tu lado, 
por una caricia de tus manos, por un beso de tus labios...
Y si Dios no puede concederme ese deseo, seguiré deseándote en el silencio de mi alma, 
seguiré dibujando tu rostro en mi almohada... 
y encontraré la forma en que algún día de esta corta vida se unan tus ganas y las mías 
en un abrazo tan dulce, tan apretado que lo triste y lo temido habrán desaparecido 
para dar paso a la mayor felicidad de mi vida... 
¡HABERTE ENCONTRADO EN CUERPO Y ALMA!...
Y así poder decirte que te amo... amor mío.
Dios te bendiga hoy y siempre.


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